Mi bebé tiene frío, venga tápese. Y desprendiéndome de mi boca, me corrió y apartó las cobijas para que me metiese en la cama. Cuando lo iba a hacer, me recriminó: Ah... no, no, que me va a ensuciar todo. Sáquese los zapatos. Mientras lo hacía, me desprendió la camisa y los pantalones y me metió en la cama junto a ella, donde me terminó de desvestir.
Me prendí a su teta y en medio de suspiros, comenzó a acariciarme de nuevo. Cuando tocó mi pija a través del calzoncillo, me dijo que era un pícaro al notar mi total erección, y pasando la mano por debajo del elástico, me empezó a masajear muy suavemente, parando cada vez que estaba por acabar. Apartándome de su pecho, me besó en la cara, los ojos y por último la boca. Sentía que su lengua pugnaba por entrar y cuando lo hizo, recorrió mi paladar; era una lengua grande, muy jugosa y caliente.
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